Guaracha |
Orígenes musicales |
Son cubano, rumba, son
montuno |
Orígenes culturales |
Cuba en
el siglo
XVIII |
Instrumentos comunes |
timbales, bongó, conga, guiro,maracas, trombon, saxofón,trompetas, piano, contrabajo,cencerro. |
Popularidad |
Desde 1940, en Cuba,
1950México, Puerto
Rico y Nueva
York. |
Fusiones |
jazz afrocubano |
La guaracha es
un genero musical y un baile originarios
de Cuba que
se desarrolló y popularizó en los años
40 con
los arreglos ejemplares de las famosas orquestas
cubanas, Arsenio
Rodriguez la Sonora
Matancera, Nelo
Sosa y
suConjunto
Colonial el Conjunto
Casino, Machito, José
Curbelo. Estas orquestas marcaron un sonido
que las llevaría en los 50 a ser las orquestas
más famosas de Cuba,
tanto dentro como fuera de la isla. Otros
músicos como José
Curbelo, machito,
la Sonora
Matancera y Arsenio
Rodríguez llevaron
la guaracha a Nueva
York haciéndola
popular, y a la cual le darían un nombre
comercial salsa,
en los años
70 en
la ciudad de Nueva
York. Los instrumentos utilizados en la
guaracha son: timbales, bongó, conga, guiro, maracas, trombon, saxofón, trompetas, piano, bajo,cencerro.
El vestuario de la guaracha[editar]
Se vestía igualmente con pañuelo anudado en la
cabeza, y sobre él un sombrero alón, pantalón
ceñido a la cintura y patas acampanadas, camisa
por fuera, anudada al frente, una argolla en una
oreja, y también pantuflas de piel de venado que
sonaban jactanciosamente al caminar. Este
personaje respondía también al nombre y
actitudes de negro curro.
La guaracha, estilos y canciones[editar]
La guaracha, como estilo de canción, de ritmo
rápido y texto jocoso siempre describió algún
hecho político o social, alguna situación sobre
un personaje popular o alguna actitud que se
describía en forma picaresca caracterizando el
choteo criollo: una versión asimilable en sus
prácticas y usos con el actual Reggaetón,
salvando distancias físicas y temporales. En
esto intervinieron cantadores populares que
compusieron muchas guarachas que aparecen
criticadas por los escritores costumbristas, las
que no aparecen publicadas en colecciones por
considerarse de aquel lenguaje "rufianesco",
pero que sí se trasladaron por tradición oral.
Al respecto dice el Regañón de La Habana el 20
de enero de 1801:
Pero sobre todo lo que me ha incomodado
más... ha sido la libertad con que se
entonan por esas calles y en muchas casas
una porción de cantares donde se ultraja la
inocencia, se ofende la moral... por muchos
individuos no sólo de la más baja extracción
sino también por algunos en quienes se debía
suponer una buena crianza... ¿Cómo es
posible que haya quién guste oír cantar la
Morena, que es la canción menos mala quizás
de cuantas corren por ahí en boca del
vulgo?... ¿Que diré de la Guabina que en la
boca de los que la cantan sabe a cuantas
cosas puercas, indecentes y majaderas se
pueda pensar?...
Pero a pesar de las críticas ya en 1867 se
publicaba un librito con las guarachas más
conocidas, publicada su segunda edición
"corregida y aumentada con veinte guarachas
de las más recientes". Se trata de Guarachas
cubanas, curiosa recopilación desde las más
antiguas hasta las más modernas,
recopilación sin autor publicada por la
Librería La Principal, Plaza del Vapor, La
Habana 1882. Aunque en el libro aparecen 95
guarachas, no se consignan La morena ni La
Guabina y otras criticadas por el Regañón,
que publicó su periódico desde 1800 hasta
1806. Además, el lenguaje que aparece en
ellas es muy correcto aunque emplean algunas
veces frases populares, o imitación al habla
del negro, aunque no el lenguaje bozal
introducido por Bartolomé Crespo Borbón,
Creto Gangá.
Parece ser que la época de mayor auge de la
guaracha es la que señala Rine Leal, a
partir de los bufos, pasada la primera mitad
del siglo XIX. El uso de la parodia de obras
clásicas, el arraigo de los personajes y
temas del teatro cubano, hizo que la
guaracha tomara parte integral de las obras,
y en ellas se reflejaran usos y costumbres
de la vida cubana "centrado en mulatas de
fuego y azúcar, desafiantes negros, dichosos
guajiros, chinos de Cantón, rumbas del
manglar, ñáñigos en
su fambá, frutas y comidas criollas,
vividores y beatas, ninfas trigueñas y niñas
encantadoras, todo visto y comentado con
excelente humor, picardía y sabrosura.
Leal, Rine, La Selva Oscura, p. 20.
"La Compañía de bufos,
nos consta, tiene un extenso repertorio de
sandunguerísimas guarachas... Además el autor de
esas guarachas forma parte de la compañía, y
claro es que con un poco de trabajo puede dar
novedades a menudo."
"No se trata, —dice Rine Leal— de música
importada en la obra debido a su gracejo
popular, sino compuesta especialmente y creada
por el autor de la pieza o por miembros de la
compañía que trabajaban en un verdadero equipo"
Desde luego, el autor vertía sus criterios, su
mundo subjetivo, decía "como él pensaba que
pensaba el negro", sin importarle a veces la
realidad pensante, los sentimientos ni la vida
real de aquel personaje que él caricaturizaba.
Aquí vemos como desde principios del siglo XIX
se conocían ya guarachas calificadas entonces
por Esteban Pichardo como "canto y baile de la
gentualla", las cuales se incorporan al teatro
bufo por una parte, y por otra se incorpora el
término al léxico popular cubano. Otro término
que se incorpora y que usaremos hasta nuestros
días es la palabra sandunga, como sinónimo de
gracia criolla, que encontraremos copiosamente
utilizada a través de dos siglos hasta la
actualidad en que la encontramos en Juan Formell
en su guaracha "Por encima del nivel".
Algunas contradanzas, muchas de ellas con temas
tomados de antiguas guarachas muy popularizadas
tienen señalados, como aire y tempo "con
sandunga" en lugar de allegretto con grazia,
término italiano que se usa en las obras
musicales. En la contradanza El Sungambelo, el
tema de la primera parte está basada en una
antigua guaracha del mismo nombre que decía:
Las críticas a las viejas presumidas, a los
viejos verdes, a las comidas, a todo lo que en
la vida cotidiana puede servir para burla,
escarnio, choteo, edulcorado con frases como
mulatica de azúcar, con fuego en la mirada,
aparecen en otros textos del libro Guarachas
Cubanas antes mencionado. Tanto Rine Leal como
Mary Cruz comentan el paisaje humano descrito en
aquellas guarachas en las que la realidad era
presentada por los puntos de vista de sus
autores. Y en lo que coinciden José Crespo
Borbón y Víctor Patricio de Landaluce es en "el
descubrimiento de una porción fundamental de la
existencia cubana, la representada por la
población negra —libre y esclava— y porque ambos
se dejan seducir por sus más superficiales
aspectos, por sus apariencias pintorescas sin
ahondar jamás su verdadera esencia humana" (Mary
Cruz, Creto Gangá).
Y no deja de tener interés, por lo menos
informativo, de cómo era la vida popular, la de
los negros y blancos pobres, la de los
emigrantes, de los cuales en ningún momento hubo
interés en publicar sus poesías, mucho menos su
música la que hoy se puede reconstruir sólo por
la interpretación que se haga de aquellas
descripciones. Muchas frases populares, que se
repitieron por tradición oral hasta perder su
significado o adquirir otros, como !Oyelo bien,
Rubén! o !Suelta el peso, que es del rancho!
están ampliamente descritas en los textos de sus
guarachas respectivas. Otras costumbres, sobre
comidas, bautizos, guateques, los bailes de
moda, el vestuario —el sungambelo y el malakof—,
las referencias al carácter, la timidez del
campesino, la desfachatez del alardoso, la
coquetería de la mulata, no hubieran sido
conocidas sin la presencia de aquellas crónicas
del acontecer social del siglo XIX.
En cuanto a su estructura dice Argeliers León
(Del Canto y el Tiempo. 1974): "La guaracha
surgió como canción con cuartetas diferentes,
que en muchos casos se improvisaban haciendo
referencia a cosas o sucesos en forma indirecta
o de sátira e intercalaban siempre un
estribillo. La guaracha no va a ser más que la
alternancia de solo-coro que hemos visto ya como
un elemento formal generalizado en nuestra
música".
Alejo Carpentier también señala la
transformación del teatro en el siglo XIX:
Lo importante, —dice— en esta evolución del
teatro bufo cubano es la cabida cada vez
mayor que da a los géneros musicales de la
isla. María Rosa habla "en negro" pero
también canta "en negro" ... Se rascan
güiros, siempre aparece un personaje tocando
el tiple. La seguidilla, el villancico, el
aria tonadillesca, han cedido su puesto a la
guajira, la guaracha, a la décima campesina,
a la canción cubana, cuando no a ciertas
composiciones más libres, que pretenden
expresar el carácter de los negros cheches,
horros, o de nación, así como los negritos
catedráticos erigidos en tipos
tradicionales... Un excelente autor de
guarachas, Enrique Guerrero, director de
compañías de bufos... en 1879 publicó La
Belén, para dos voces, coro y orquesta,
que es, por su estructura una tonadilla
escénica criolla.
Alejo Carpentier, La
Música en Cuba, 1946.
La guaracha siguió el camino y función que tenía
en el teatro. Toda obra del teatro vernáculo
terminaba con un "fin de fiesta" cantado por un
dúo una artista o bien por toda la compañía. De
este modo, al iniciarse la producción de discos
de ortofónica, se grabaron muchas pequeñas
obras, similares a los sainetes, que duraban
sólo los tres minutos de la placa. En estos
discos se iniciaba, desarrollaba y concluía la
pieza con una guaracha, que más tarde llamaron
"rumba final". La difusión del disco, la
popularidad de aquellos estribillos, y sobre
todo, la actualidad del asunto que se abordaba,
hicieron que se incluyeran muchos de ellos en el
lenguaje coloquial del pueblo, que se divulgaran
por toda Iberoamérica donde se distribuían
comercialmente aquellos discos. Esta transmisión
oral, esta apropiación de frases lexicalizadas,
la repetición de la música con múltiples
variantes, permitió que estas guarachas y rumbas
se cantaran en muchos países latinoamericanos y
regresaran a España por varias vías, la del
disco, la de emigrantes a su vuelta, la de
artistas del teatro, etc. Claro que el proceso
de transculturación produjo nuevas versiones, en
el lenguaje musical y danzario del país que
acogía aquellos cantares.
"Se conservan grabaciones de los artistas del
teatro vernáculo de guarachas y rumbas que no se
diferencian entre sí en el acompañamiento de las
guitarras —cuando se trataba de un pequeño
grupo, dúo o trío— o por la orquesta del teatro
o un piano. Las etiquetas de los discos decían:
"diálogo y rumba" (Linares 1998 p 130).
El cantaor Pepe de la Matrona estuvo en Cuba
cerca de catorce años, asistió a las funciones
del Teatro Alhambra y se aprendió muchas de
aquellas rumbas expresándolas en España en su
lenguaje musical, el cante flamenco. Son muchos
los discos cubanos que aparecen repetidos en sus
variantes por este cantor y muchos otros
cantaores que las han incluido en sus
repertorios. Pepe de la Matrona llevó a la
expresión del cante flamenco guarachas como Cabo
de la Guardia, El pescao, A la voz de fuego,
Acelera Ñico, acelera, No te mueras sin ir a
España y muchas otras, de las cuales sólo las
personas muy mayores se acuerdan, pues no
existen partituras al no haber sido valoradas en
su momento, quizás por ser de muy corta
duración, como estribillos que podían haber sido
improvisados y trasmitidos por tradición oral, o
porque permaneciera aquel prejuicio de "música
de la gentualla".
El regreso de estas guarachas a España fue un
hecho similar al ocurrido en el siglo XIX con
las danzas cubanas, las habaneras y los puntos
de La Habana, que fueron asimiladas por las
familias de emigrantes vinculados a Cuba y
tomaron un carácter y expresión distinta a la
original cubana, pero de todos modos influyeron
en lo que hoy se califica como "cantes de ida y
vuelta" por los musicólogos españoles y se
mantienen en la tradición de muchas comarcas.
De aquella etapa de los inicios de este siglo,
una de las que alcanzó mayor popularidad fue la
guaracha de Manuel Corona (l880-l950), El
Servicio Obligatorio, que grabó María Teresa
Vera con Rafael Zequeira. Se trata de una
guaracha que se burla de los solteros o
amancebados que se casaban precipitadamente para
evadir la ley que se firmó al iniciarse la
Primera Guerra Mundial en l9l4. Para cualquier
ocasión en que se trataba de rehuir una
responsabilidad se le cantaba: Se te acaba la
fama de tenorio / óyelo bien, Rubén, óyelo bien.
Al introducirse el son en La Habana, los
septetos y conjuntos incrementaron sus
repertorios incluyendo guarachas tradicionales
con la adición de un montuno, a lo que llamaron
guaracha-son y de esta manera se fue
transformando aquel ritmo muy segmentado, pero
fundamentalmente cantable, en forma de son de
tempo más acelerado. El tema de la mujer del
pueblo, negra o mulata, que había aparecido en
el siglo XIX se mantenía con el mismo espíritu
al celebrar su gracia y belleza, su
imprescindible presencia
Al convertirse en son, la guaracha dejó para muy
pocos conjuntos su uso como canción. Hubo
autores que componían casi exclusivamente este
género, como Ñico Saquito (Antonio Fernández,
Santiago de Cuba, 1902-81), siendo su obra más
famosa Cuidadito
Compay Gallo (1930),
que popularizó el Trío Matamoros. Otros fueron
Bienvenido Julián Gutiérrez (1900-66) (Azúcar
pa un amargao, Sensemayá, El
diablo tun tun); Sergio Siaba (El cuarto
de Tula), Marcelino Guerra (Pare, cochero).
La guaracha se ha diluido en muchos géneros
actuales. El son, el chachachá y
toda una serie de variantes siguen haciendo uso
del humor criollo después de doscientos años. Se
ejecuta por orquestas charangas en forma de
chachachá: la Orquesta Aragón con Pare
cochero; la orquesta de Neno González, con El
diablo tun tun; y por último una de las más
significativas, ejecutada por un conjunto con
elementos sonoros electroacústicos, y de la
mayor actualidad, la orquesta de Juan Formell,
interpreta una titulada Por
encima del nivel que
utiliza el calificativo más usado en el siglo
XIX y que aún conserva vigencia para aquel
sentido de gracia criolla que se le atribuyó a
la mulata: sandunguera.
La única diferencia es que la expresión parte
ahora de una identificación de clase. Es la
misma mujer integrada en nuestra sociedad la que
baila desprejuiciadamente, que se le celebra su
gracia, y se lo dicen un creador y un intérprete
que saben que ella es así y no como ellos
piensan que debe ser. Es el reflejo de nuestra
sociedad actual, en la que todos bailan al mismo
ritmo y con la misma expresión. Por su gracia la
mulata sigue siendo objeto de celebraciones, por
hombres que, como el cantante que ejecuta esta
guaracha, es un miembro de nuestro pueblo con
una imagen artística similar a la del negro
curro, pero actual: argollita de oro en la oreja
izquierda, sombrero alón y formas y expresiones
jacarandosas como buen cubano.
En la cancionística actual han aparecido otras
guarachas, que, como las primeras, chotean un
acontecimiento o una medida necesaria —La
vaquita Pijirigua, dePedro
Luis Ferrer, y no es la única—, en la que se
burla de acontecimientos sociales que resultan
rechazables, y es una manera de
contrarrestarlos, de minimizarlos. Así se han
enfrentado contradicciones se ha dado respuesta
a campañas, se han criticado actitudes
pusilánimes, y de esta forma la guaracha ha
continuado su función de noticia y crónica. Se
han utilizado recursos literarios en un proceso
intelectivo poco usual cuando se recurre a lo
cotidiano. Por último queremos valorar la
actualidad que alcanza esta guaracha de Pedro
Luis Ferrer, en la que señala las
expresiones coloquiales propias del habla del
cubano, de forma jocosa a veces hilarante, lo
que contribuye a meditar sobre la necesidad de
aplicar normas educacionales —como se está
procurando ahora—, para que no se nos vaya de la
mano la belleza y elegancia de nuestro idioma
mientras sonreímos ante la gracia de nuestro
humor criollo.
Otro recurso empleado por este autor es el de la
décima de versos truncos como la empleara Miguel
de Cervantes en el
Quijote.
La guaracha ha llegado a ser un signo de
identidad cubana que permanecerá mucho más de
los dos siglos que llevamos disfrutándola, sobre
todo si se alcanza la calidad y permanencia de
sus valores intrínsecos, sus rasgos inmutables,
su expresión en un lenguaje correcto, ni
chabacano ni pornográfico como algunas, que
obviamente no mencionamos, que se prohibieron
por la antigua Comisión de la Decencia, en este
siglo y que fueron cantadas sotto
voce por
muchas personas, siendo aún más criticables que
las antiguas Morena y Guabina.
Pese al nombre no debe confundirse con el género
musical de la provincia argentina de Santiago
del Estero típica
de fines de siglo XX e inicios del presente
siglo denominada "guaracha
santiagueña".
Bibliografía[editar]
Enlaces externos[editar]